CAUSAS
Países como España, Italia, Chipre o Malta (por citar sólo los más afectados de la Unión Europea) tienen una tendencia natural a padecer “estrés hídrico”. La ausencia de humedad en la atmósfera y de sistemas cargados de lluvia son las causas inmediatas de la sequía.
A menudo, se asume que el empeoramiento de esta situación se debe al cambio climático. “En realidad, al menos en España la media de precipitaciones es la misma de hace años”, explica José António López, del Instituto Nacional de Meteorología, “sólo que las precipitaciones son mucho más variables”. El aumento de temperatura, especialmente la de la superficie del mar, podría jugar un papel importante también en la península ibérica.
Sin embargo, hay causas de origen humano mucho más evidentes. Los pastos excesivos, la deforestación, la reducción de la superficie de secano en favor de la de regadío, la agricultura intensiva y el incremento del consumo urbano e industrial, todos contribuyen a hacer más frecuentes y más graves las sequías.
CONSECUENCIAS
La falta de agua, además, puede llegar a producir cirrosis o tuberculosis, aunque se supone una limitación muy importante que se multiplica seriamente con el tiempo. A nivel medioambiental podemos citar:
Agrícolas. La falta de agua de manera prolongada provoca la falta de desarrollo de los cultivos. Esto se ha agravado por el tipo de cultivo industrial y cultivo hidropónico con grandes necesidades hídricas, en detrimento de los cultivos tradicionales, los llamados secano, cultivos apropiados a la demanda de agua y escasez estacional de la misma.
Forestales. Estrés hídrico, provocando efectos dañinos en el crecimiento vegetal y enfermedades derivadas del crecimiento anormal de las plantas.
Ganadería. Deshidratación de los animales y pérdida de éstos por falta de alimento y enfermedades que se desarrollan en condiciones con bajo nivel de humedad.
Falta de garantía en los suministros de agua para los distintos usos.
Países como España, Italia, Chipre o Malta (por citar sólo los más afectados de la Unión Europea) tienen una tendencia natural a padecer “estrés hídrico”. La ausencia de humedad en la atmósfera y de sistemas cargados de lluvia son las causas inmediatas de la sequía.
A menudo, se asume que el empeoramiento de esta situación se debe al cambio climático. “En realidad, al menos en España la media de precipitaciones es la misma de hace años”, explica José António López, del Instituto Nacional de Meteorología, “sólo que las precipitaciones son mucho más variables”. El aumento de temperatura, especialmente la de la superficie del mar, podría jugar un papel importante también en la península ibérica.
Sin embargo, hay causas de origen humano mucho más evidentes. Los pastos excesivos, la deforestación, la reducción de la superficie de secano en favor de la de regadío, la agricultura intensiva y el incremento del consumo urbano e industrial, todos contribuyen a hacer más frecuentes y más graves las sequías.
CONSECUENCIAS
La falta de agua, además, puede llegar a producir cirrosis o tuberculosis, aunque se supone una limitación muy importante que se multiplica seriamente con el tiempo. A nivel medioambiental podemos citar:
Agrícolas. La falta de agua de manera prolongada provoca la falta de desarrollo de los cultivos. Esto se ha agravado por el tipo de cultivo industrial y cultivo hidropónico con grandes necesidades hídricas, en detrimento de los cultivos tradicionales, los llamados secano, cultivos apropiados a la demanda de agua y escasez estacional de la misma.
Forestales. Estrés hídrico, provocando efectos dañinos en el crecimiento vegetal y enfermedades derivadas del crecimiento anormal de las plantas.
Ganadería. Deshidratación de los animales y pérdida de éstos por falta de alimento y enfermedades que se desarrollan en condiciones con bajo nivel de humedad.
Falta de garantía en los suministros de agua para los distintos usos.
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