miércoles, 9 de junio de 2010

3.6 CONSECUENCIAS

La producción de cereales a nivel mundial se ha triplicado desde los años sesenta y las reservas siguen estando muy por encima de la demanda. De hecho, la producción agrícola nunca había sido tan abundante. Entonces, ¿cuál es el problema? La dificultad está en la imposibilidad, por parte de los pobres del Sur, de pagar los precios establecidos. Se trata, por lo tanto, de un problema de acceso a los alimentos.

Los cereales básicos son aquellos que han sufrido un aumento más espectacular en el último año: un 70%. Entre éstos destaca el caso del trigo, la soja, los aceites vegetales y el arroz. El coste del trigo, por ejemplo, ha llegado a sumar un 130% más que hace un año y el arroz un 100%. Evidentemente son las capas más pobres de la población de los países del Sur, especialmente aquellos que abandonaron el campo y que hoy pueblan masivamente las ciudades, quienes están sufriendo las graves consecuencias de este aumento sin parangón de los precios de los alimentos básicos.

Una crisis que no es coyuntural sino que es resultado de un sistema agroalimentario privatizado, enfocado al mercado internacional y supeditado al afán de lucro. Varias han sido las razones que han hecho estallar esta crisis alimentaria mundial: el aumento de las importaciones de cereales realizadas por países hasta el momento autosuficientes como India, China o Vietnam; la destrucción de cosechas debido a las sequías y a otros fenómenos meteorológicos en países productores como Bangladesh, China y Australia; el aumento del consumo de carne por parte de nuevas clases medias en América Latina y en Asia con un consiguiente crecimiento de la demanda; la subida del precio del petróleo que ha repercutido directa o indirectamente en una agricultura dependiente del mismo; las nuevas tendencias de producción de “petróleo verde” o agrocombustibles; las crecientes inversiones especulativas en cereales después del crack de los mercados puntocom e inmobiliarios. Todos estos elementos han venido a influir, en menor o mayor medida, en un sistema agroproductivo que antepone los intereses económicos privados a las necesidades alimenticias de las personas. En este frágil equilibro, las leyes del mercado han acabado por desequilibrar la balanza.

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